Frases de Teresa de Lisieux
Historia de un alma
María Teresa Francisca Martin X
Editorial: Paulinas
Año: 2018
Estas son algunos pensamientos de la obra "Historia de un alma" que me gustaro mucho.
El otro día decía Celina: "Cómo puede estar Dios en una hostia tan pequeña?" y la pequeña contestó: "Pues no es extraño, pues Dios es todopoderoso". ¿Y qué quiere decir poderoso?" ¡Pues que puede hacer todo lo que quiere! (p.32).
Comprendí que para ser santa había que sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de sí misma (p. 33)
Una noche soñé que salía a dar un paseo, yo sola, por el jardín. Al llegar al pie de la escalera que tenía que subir para llegar a él, me paré sobrecogida de espanto. Delante de mí, cerca de la glorieta había un bidón de cal y sobre el bidón estaban bailando dos horribles diablitos con una agilidad sombrosa a pesar de las planchas que llevaban en los pies. De repente fijaron en mí sus ojos encendidos y luego, en ese mismo momento, como si estuvieran todavía más asustados que yo, saltaron del bidón al suelo y fueron a esconderse en la ropería, que estaba allí al frente. Al ver que eran tan poco valientes, quise saber lo que iban a hacer y me acerqué a la ventana. Allí estaban los pobres diablitos, corriendo por encima de las mesas y sin saber qué hacer para huir de mi mirada; a veces, se acercaban a la ventana mirando nerviosos si yo seguía allí, y al verme, volvían a echar a correr como desesperados, (...) Creo que Dios ha querido que lo recuerde siempre para hacerme ver que un alma en estado de gracia no tiene nada que temer de los demonios, que son unos cobardes, que son capaces de huir de la mirada de un niño... (p.34-35)
Dios me daba a entender que la verdadera gloria es la que ha de durar para siempre y que para alcanzarla no es necesario hacer obras deslumbrantes, sino esconderse y practicar la virtud de manera la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha...(p. 107-108)
Hay sentimientos del alma que no pueden traducirse al lenguaje de la tierra sin que pierdan su sentido íntimo y celestial (p. 118).
¡He visto tantas almas volar como pobres mariposas y quemarse las alas por esta luz engañosa, y luego volver a la verdadera, a la dulce luz del amor, y que les deba nuevas alas, más brillantes y más ligeras para volver volar hacia Jesús, ese "fuego divino que arde sin consumirse" (p. 131).
Sé que mi Jesús me ha perdonado mucho más que a Santa María Magdalena, pues me ha perdonado por adelantado, impidiéndome caer (p.132).
Él quiere que yo le ame porque me ha perdonado, no mucho, sino todo (p.132).
¡Qué lastima me dan las almas que se pierden...! Es más fácil extraviarse por los senderos floridos del mundo... Ciertamente, para un alma un tanto elevada la dulzura que él ofrece va mezclada de amargura, y el vacío inmenso de los deseos nunca podrá llenarse con alabanzas de un instante... (p- 137)
Sentía que vale más hablar con Dios que hablar de Dios, ¡Pues se suele mezclar tanto amor propio en las conversaciones espirituales (p. 140).
¡Cuántas almas llegarían a la santidad si fuesen bien dirigidas! (p. 187).
No tardé en convencerme de que cuanto más adelanta uno en este camino, más lejos se ve del final. Por eso ahora me resigno a verme siempre imperfecta, y encuentro en ello mi alegría (p. 169).
La pobreza consiste en verse privada, no solo de las cosas superfluas, sino también de las indispensables (p. 270).
Tenía que pensar que en el juicio final todo saldrá a la luz (...) Cuando uno cumple con su deber, sin excusarse nunca, nadie lo sabe; las imperfecciones, por el contrario, se dejan ver en seguida (p. 271).
Soy de tal condición, que el miedo me hace retroceder, mientras que el amor no solo me hace correr sino volar ... (p. 294)
Comprendí que, sin el amor, todas las obras son nada, incluso las más brillantes, como resucitar a los muertos o convertir a los pueblos...(p. 297)
Dios da en ciento por uno ya en esta vida a las almas que lo han dejado todo por su amor (p. 298).
La Sagrada Escritura y la Imitación de Cristo vienen en mi ayuda. En ellas encuentro un alimento sólido y completamente puro. Pero lo que me sustenta durante la oración, por encima de todo, es el Evangelio (p. 304).
Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por tanto a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad (p. 344).
Veo feliz que, amándolo a él, el corazón se ensancha y que puede dar un cariño incomparablemente mayor a los que ama que si se encerrase en un amor egoísta e infructuoso (p. 399).
La caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Pero sobre todo comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón (p. 370).
Tú sabes bien que yo nunca podría amar a mis hermanas como tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí (p. 371)
Vi que la única cosa necesaria era unirme cada día más a Jesús y que todo lo demás se me daría por añadidura (p.400).
¡Qué grande es, pues el poder de la oración! Se diría que es como una reina que en todo momento tiene acceso al rey y que puede alcanzar todo lo que pide. (...) Le digo a Dios simplemente lo que quiero decirle, sin comprender frases hermosas, y él siempre me entiende...(p. 408)
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